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En una conversación con Mario Fernández durante la pasada edición de la Copa Rey me mencionaba que el BALONCESTO (con mayúsculas) estaba por encima de los colores y fanatismo, sobre todo de esto último. Y de ahí que haya intentado hilvanar las siguientes líneas con esa idea.

Empecemos por el principio, ¿Qué es el fanatismo? Si nos atenemos a su definición es la defensa apasionada de creencias, opiniones, ideologías o de un equipo de baloncesto, que es el caso que nos atañe. Cuando esa pasión tan exuberante y exultante entra en juego es contraproducente para el baloncesto al hacerle un flaco favor.

El ejemplo está clarísimo, ¿Cuántos de nosotros no hemos leído alguna vez salidas de tonos en foros o redes sociales por culpa del fanatismo hacia unos colores? Seguro que en ese momento hemos sentimos vergüenza ajena y nos dolió mucho ver como el baloncesto daba dos pasitos hacia atrás por culpa de esas actitudes. Pero aún peor es cuando se utiliza de forma vil para hacerse notar o autopublicitarse, es decir, servirse del baloncesto y no servirle.

Si de verdad amamos este deporte lo que únicamente debería importarnos más allá de la victoria de nuestro equipo, es que el baloncesto crezca hasta cotas insospechadas y para ello nada mejor que disfrutar de un partido de la forma más imparcial y racional posible, reconociendo el buen juego, una maravillosa acción o aspecto técnico del rival. Porque haciendo eso matamos dos pájaros de un tiro: damos un ejemplo señorial de lo que es el baloncesto (distinguiéndonos de otros deportes) y los foros, redes sociales y demás lugares de tertulias se llenarán solo de grandes comentarios que afectarían de forma muy positiva a elevar el deporte de la canasta hasta donde se merece.

¿Por qué no disfrutar al mismo tiempo del gran partido de Tomic, Nocioni y Rudy en la final de la Copa? ¿Por qué no saborear de la misma manera cada gesto técnico de un jugador del Obradoiro, Unicaja o Baskonia? ¿Por qué no transformar ese fanatismo en entusiasmo por el baloncesto aparcando los colores predilectos? Entiendo que es lo única forma de interpretar, percibir y sentir el baloncesto en su máxima expresión, sin cortapisas y sentimientos nocivos que a fin de cuentas lo único que consiguen es contaminar y ensuciar nuestro deporte.

No hay nada más maravilloso que dos aficiones o aficionados hermanados por una misma idea, el baloncesto, sin que este les produzca la más mera confrontación y solo el buen espectáculo desplegado sobre la pista les haga porfiar que jugaba fue más espectacular, que jugador fue su MVP o que entrenador estuvo más atinado en los instantes finales con sus planteamientos tácticos.

Amantes del baloncesto, si realmente veneramos este deporte tal como pregonamos a los cuatro vientos, nuestro sentir debe de ir en una única dirección: apreciar el buen basket independientemente de los colores y sentimientos, solo así ganaremos todos, pero principalmente lo hará el ¡¡¡BALONCESTO!!!

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