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El Real Madrid rozó la épica y llevó hasta la extenuación al Efes, pero no pudo ser por esos pequeños detalles que a veces definen un partido. Los de Laso fueron ejecutados por Singleton que firmó su mejor partido en la Euroliga con 26 puntos, 8 rebotes y 38 de valoración.

Nada que objetar a este Real Madrid, que contra todo pronóstico tuvo contra la cuerdas al Efes y le faltó muy poco para realizar la mayor hazaña de la era Laso. Este Madrid nunca defrauda. Me atrevería a decir que es más fácil defraudar a Hacienda, a que los blancos lo hagan con su afición.

Carlos Alocén y las defensas cambiantes.

El primer cuarto se jugó al ritmo impuesto por un grandísimo Carlos Alocén (7 puntos, 3 asistencias y 2 rebotes), ¿quién lo iba a decir a principios de temporadas que jugaría el partido más importante del año con tanto aplomo y soltura?

El Madrid, que ya había conseguido cambiar radicalmente la eliminatoria en Madrid, continuó en la misma tónica con defensas cambiantes que por momentos cortocircuitó el juego exterior turco de la mano de Abalde ¡Que serie la suya! Desde la sombra, desde el trabajo sucio, y haciendo de multiusos, el gallego jugó también un gran cuarto aportando muchos intangibles.

Esa intensidad y ahogo en defensa, y tras lo visto en la capital de España, hizo que Ataman cambiará sus sistemas cargando desde el principio el juego sobre Singleton (9 puntos y 2 rebotes) y Dunston. Y eso hizo que los turcos sobreviviesen al primer cuarto, a pesar de perder la batalla por el rebote 6 vs 8.

Tavares, nueva variante defensiva y Simon.

Los primeros minutos del segundo cuarto el ataque blanco se espeso bajo la batuta de Laprovittola, y eso hizo que por momentos pareciera que Efes pudiera dar un golpe de autoridad. Pero nada más lejos de la realidad.

Laso sacó entonces a Tavares y la sombra de gigante blanco es muy alargada. A pesar de notarse bajo de ritmo y de confianza en sus primeros minutos, por aquello de las molestias en el pubis, Edy aportó intimidación y mucho rebote, muchos palmeados ofensivamente que no se sumaron en su cuenta particular pero si en el global de su equipo.

Con una variante nueva de Laso, cuatro pequeños Lapro, Llull, Rudy y Taylor más Tavares, el Madrid consiguió su máxima renta en el partido 33-39 (triple de Llull y 2+1 de Lapro). Pero no era capaz de maniatar a Simon, que sin la defensa de Abalde, firmó en este cuarto 9 puntos.

El Madrid se fue con grandes sensaciones al descanso (36-41)  y con la satisfacción de haber parado defensivamente a la dupla Larkin y Beaubois, cero puntos entre ambos.

Intensidad, atasco ofensivo, Micic y Thompkins.

Tras la reprimenda de Ataman en los vestuarios, y bajo la batuta de Micic que campó a sus anchas, los turcos subieron la intensidad en los dos aros, lo que se tradujo en un parcial de ¡21-4! (57-45). En cinco minutos el Madrid no era capaz de ver el aro y ningún jugador parecía capaz de echarse el equipo a las espaldas. Además, en esos minutos, Efes se aprovechó de la debilidad defensiva de Carroll para atacarle en cada jugada ofensiva y sacar rédito (13 vs 3).

Pero si algo caracteriza a los chicos de Laso es por sobrevivir contra viento y marea, y poco a poco fue enjugando las diferencias hasta asestar un parcial de 0-8, de la mano de Llull (dos puntos) y Thompkins (dos triples consecutivos), que les metía de nuevo en el partido (57-53).

Larkin, falta de generadores y pequeños detalles.

Shane Larkin finalmente terminó apareciendo y en el último cuarto anotó 10 puntos claves generando como es habitual en él desde el 1vs1. A pesar de ello, el Madrid mantuvo intacta sus opciones de victoria desde la defensa y el rebote ofensivo (4 vs 11), sumado al acierto de Laprovittola desde el 6,75 que finalizó el partido con 4/7.

Con esas premisas el choque llegó al minuto con empate a 80 y ahí se decidió por un pequeño detalle, triple de Simon sobre la bocina tras una gran defensa blanca, y ahí se acabó el sueño de Final Four para los chicos de Laso.

El Madrid había nadado para morir en la orilla, y quizás la falta de un generador tras bote en los instantes finales, pudo ser un hándicap para no decantar la balanza en su favor. 

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