En las últimas
temporadas Barça y Madrid han colmado el 99% de las finales de nuestro país:
cuatro Copas del Rey, tres finales ACB, tres Supercopas Endesa y en torno a
ello se ha generado un debate de si beneficioso para nuestro baloncesto o
contraproducente.
Los grandes amantes de
este deporte demandamos más diversidad y variedad para salir de la monotonía y
falta de calidad en la que nos tiene sumida la crisis económica, pero hay otra
parte (la futbolera) a la que solo le atrae nuestro deporte si uno de sus dos
equipos, o mejor aún los dos, se miden en casi todas las finales por aquello de
los piques, bromas y polémicas con las que divertirse al llegar al trabajo tras
el día de partido. Con lo cual se da un par circunstancias positivas: las
audiencias son infinitamente mejores que con cualquier otro equipo y siempre se
disfrutará en las finales de las mejores plantillas repletas de calidad y
talento.
Particularmente soy de
los que opinan que es contraproducente para nuestra liga que los dos grandes se
disputen todas las finales, que no le hace ningún favor a nuestro deporte saber
de antemano que ambos se medirán en la final de cada competición, salvo que se
crucen antes como ocurrió en la Copa del Rey de hace dos años, dónde el Madrid
se vio apeado del torneo del KO en cuartos. Si bien es cierto que ningún otro
equipo, desgraciadamente, está en disposición de disputarle de tú a tú algún
título a esos dos grandes ‘cocos’.
La maldita crisis se ha
encargado de alejar muy mucho a los dos grandes del resto. Sin las subvenciones
públicas, es decir, con el dinero de todos, los demás equipos han visto como
sus posibilidades se ha reducido a la mínima expresión, porque ni tan siquiera
en el torneo denominado de las sorpresa, la Copa, los equipos pueden aspirar a
eliminar a Madrid o Barça por mor de las grandes diferencias de calidad y
profundidad de banquillos existentes. Lo que ha hecho que en las últimas
temporadas la Copa resulte un tanto descafeinada.
Sobre el punto de las
subvenciones no me gustaría dejar pasar por alto, que son muchos los que
despotrican del dinero del fútbol, son los mismos que no hace mucho recibían
jugosas cuantías públicas y entonces todo le parecía de color rosa, no les
molestaba en absoluto que Barça y Madrid se nutrieran de sus respectivos
hermanos mayores, el deporte del balompié, porque de vez en cuando cataban un
trozo de tarta llamada Supercopa, Copa o ACB.
Esa bipolaridad, en
parte, viene dada por mínima apuesta de los clubes por sus canteras estos años
atrás. En tiempos de bonanza era más sencillo fichar, con dinero ajeno, a
fulanito o zutanito que invertir ese dinero en cantera para recoger los frutos
en el futuro y tener unas bases solidas con las que seguir compitiendo en
cierta medida con los dos equipos grandes.
Además como todo iba
como la seda con los Unicaja, Baskonia, Valencia, Penya animando la
competición, se olvidó de crear una base sólida para las ligas menores, una
base que permitiera a los jóvenes no verse superados por las circunstancias
cuando dan el salto definitivo al primer equipo, ya que es abismal por culpa de
la poca previsión e imaginación para montar una liga con la que esos jóvenes puedan
adaptarse mejor posteriormente a la ACB.
Lógicamente tanto
Madrid como Barça no son culpables de esta bipolaridad ni mucho menos, ellos
son unos privilegiados que por ser quien son sobreviven bastante bien a la
crisis, pero eso no quita que su dictadura de mano de hierro sobre el resto no
sea contraproducente para nuestro baloncesto porque entiendo que no lo hace
crecer en su justa medida y más bien lo ahoga aún más en una crisis de identidad,
talento y competitividad bastante más grave la que podamos llegar a imaginar.
Identidad
porque al no llegar a ninguna final el resto de los equipos son semidesconocidos
para un público menos asiduo del baloncesto. Lo que lleva implícito que les sea
muy difícil reconocer a los jugadores de cada una de las plantillas.
Talento
porque no se trabajó en su día en las canteras como mencioné anteriormente, y
como no hay dinero las grandes estrellas emigran por ejemplo a Rusia o Turquía
para que les “enseñen la pasta”.
Competitividad.
El subconsciente suele jugar muy malas pasadas y verte dos, tres o incluso
cuatro escalones por debajo de Barça y Madrid hacen que los partidos se
afronten de otra manera (pudimos verlo con Valencia Basket en cuartos de la
Copa) y por tanto el espectáculo es mucho menor e impide el crecimiento de la
competición.
Lo que más me
entristece es que esto no tiene pinta de cambiar en varios años porque todos,
absolutamente todos, llevan tiempo conformándose con lo que hay y no buscan
formulas para reflotar ACB, y que nos hagan revivir de nuevo ligas con tres o cuatro
equipos más en igualdad de condiciones para la disputa de los títulos.
Totalmente de acuerdo. Y como tu bien apuntas, tiene la pinta de que esto va para largo...
ResponderEliminarPara la historia quedarán las ligas del Baskonia y el Unicaja en la década pasada, las del Joventut que durante muchísimo tiempo lo mantuvieron como el único equipo capaz de haber sido campeón aparte de Madrid y Barça... Y, sobretodo, el caso sobrenatural de 1998, con un TDK Manresa que siendo el 3er presupuesto más bajo de toda la liga logró ser campeón... Prácticamente imposible que algo así pueda volver a repetirse.
Saludos.
Aquellas épocas que tan bien apuntas fueron doradas y gloriosas, al menos para mi. Había mucha mas diversificación de calidad y talento, lo que se traducía en mas igualdad y sorpresas como la del TDK
Eliminar