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Normalmente la figura del entrenador pasa desapercibida en la victoria y es duramente criticada en la derrota, es un paradigma claro e intrínseco en el mundo del deporte y en especial en el baloncesto, que es el tema que nos atañe.

Estos días se está hablando mucho y para bien del Bilbao Basket, club que las pasó canutas el pasado curso tanto económica como deportivamente y que no pudo evitar continuar con sus graves problemas en verano, llegando incluso a sufrir un descenso no consumado. Esas contrariedades han sido despejadas de un plumazo por un hombre apellidado Alonso y apodado Sito, que ha dado la tranquilidad deportiva necesaria al club para afrontar de forma más sosegada las dificultades financieras, no cabiéndome la menor duda de que todo va mucho mejor si sobre la pista los resultados son positivos. A fin de cuentas si estos se producen las demás contrariedades se sobrellevan mejor.

Ni mucho menos quiero decir con ello que haya aficionados a los que solo les importe el devenir deportivo de su Bilbao Basket y obvien la parte financiera, pero si los resultados acompañan (como es el caso) las ‘penurias’ financieras encontrarán caminos más sencillos hacia la viabilidad a modo de merchadising, llenar Miribilla, más patrocinadores, entidades financieras que se involucren… Y si se producen esos hechos, que estoy seguro que así será, el culpable directo de ello es Sito Alonso, uno de los grandes entrenadores que tenemos en este país y que no se le valora en su justa medida por no terminar su apellido en ‘vic’ por poner un ejemplo, ya que siempre se alaba más a lo venido de fuera que a lo nuestro.

Sito Alonso es un hombre que vive por y para el baloncesto, que respira este maravilloso deporte durante las veinticuatro horas del día, y cuya bandera es la humildad, la constancia y la valentía en sus dos vertientes. Primero por su apuesta por el basket atractivo y sin tapujos, y segundo por elegir el banquillo del Bilbao Basket con todo lo que podría haberle acarreado: verse en el paro (por la posible desaparición) o arrastrado por la tónica negativa del club y manchar su buen expediente como entrenador. De ahí su ‘osadía’ a la hora de elegir un destino que muchos hubiesen desestimado por miedo a tropezar o ser engullidos por la vorágine vivida en el club en los últimos tiempos.

Y es que a Sito, seguro que le aconsejaron fichar por otros pretendientes como por ejemplo Baskonia, no le tembló el pulso a la hora de coger el toro por los cuernos y hacerse con las riendas de un club que languidecía lenta pero inexorablemente, y se puso entre ceja y ceja salir de nuevo victorioso en otra situación comprometida, como la fue en su día la de Gipuzkoa Basket, para demostrarse a sí mismo y a los demás de que pasta está hecho, es decir, de la mejor entre las mejores, porque es en situaciones como esas cuando el movimiento se demuestra andando, cuando se ve quien es un gran entrenador y quien no, porque entrenar con los mejores mimbres (deportivos y extradeportivos) lo puede hacer casi cualquiera, pero al revés no.

Aunque su fichaje se produjo antes, podría decirse que Sito cogió el equipo casi en el último segundo, por mor del descenso no consumado y demás problemas, y tuvo que trabajar a marchas forzadas para conjuntar un grupo de jugadores que en algunos casos estaban en estado catatónico y depresivo, y en otros (siete fichajes) acababan de aterrizar en el club. De ahí que partiera con muchísima desventaja con respecto al resto de equipos, pero su ambición le hizo enjugar todo esos hándicaps para no dar su brazo a torcer y hacer que sus jugadores empezaran la temporada al 200%.


Esa ambición, trasmitidas a sus jugadores desde el primer día, ha aupado al equipo hasta el extremo de conseguir el mejor arranque liguero de su historia con tres victorias consecutivas (3-0), respaldado con la segunda mejor defensa del campeonato (67,7 puntos encajados) solo por detrás del Barcelona y haciendo bueno el dicho “el mejor ataque es una gran defensa”, siendo el cuarto equipo con mejor ataque de la liga (77 puntos). Pero si en algo se denota esa codicia es el rebote, ese aspecto del juego en el que es sumamente importante el deseo, y ahí los hombres de negro son los líderes de la competición con 39,33 rebotes/partido de la mano de unos inconmensurables Axel Hervelle y Marko Todorovic.

Pero más allá de los números habría que resaltar las sensaciones individuales que desprende el equipo y que denotan el grandísimo trabajo de Sito en tan poco tiempo. Axel Hervelle vuelve a recordar a aquel guerrero que dejó el Real Madrid, Marko Todorovic está demostrando todo el talento que lleva dentro y que en Barcelona no le dejaron ofertar, Quino Colom está dando un rendimiento espectacular que ya hubiesen querido para sí Estudiantes o Fuenlabrada, Mumbrú vuelve a marcar diferencias desde la posición de tres con su juego de fuera-dentro y dentro-fuera… Y esos queridos lectores es labor de un gran psicólogo y a la vez entrenador como Sito Alonso y no por meras casualidades de la vida.

No quiero obviar, para darle mayor merito a la labor del míster, que en ese gran arranque no ha podido contar con la mejor versión de Latavious Williams, Dejan Todorovic, Ethan Wragge o Raül López, y eso no hace sino demostrar que tener un gran entrenador en tu banquillo suma y mucho, al contrario de lo que muchos puedan llegan a pensar o idealizar.

Habrá quien diga que aún es pronto para lanzar las campanas al vuelo y que los malos momentos (deportivos) llegarán, es obvio que así será, pero mientras tanto a los aficionados bilbaínos que les quiten lo ‘bailao’ y disfruten de ese pedazo de entrenador con el que cuentan, que a buen seguro (con tiempo y paciencia) construirá un gran proyecto que les haga revivir las viejas gestas que no hacen tanto tuvieron a Miribilla como espectador de lujo.

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