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Más que gustar diría más bien que es el deporte que amo y que respiro por cada poro de mi cuerpo, del que me enamoré cuando tenía tan ocho años y del que como es lógico no puedes desenamorarte, ya que si estás enamorado de una mujer ¿puedes enamorarte de otra?

Supongo que a muchos de vosotros os pasará exactamente lo mismo. Pero esa no sería una explicación lógica para alguien a quien quieras meter el gusanillo de la canasta, pues a buen seguro podría ofrecerte el mismo argumento para su deporte favorito, y habría que darle más argumentos de peso que los expresados en el primer párrafo.

¿Por qué gusta el basket?, por la sencilla razón de ser un deporte que puedes practicar en solitario, en el que estás tú y tus dos grandes amigos que nunca te fallaran, la canasta y el balón, porque siempre estarán ahí cuando los necesites. Y en esos momentos de soledad o de evasión del mundanal ruido el sonido de balón besando la red son música celestial para mis oídos, ese crujir, esa sensación de ¡¡¡haber encestado!!! De sentirte el tío más importante del mundo porque simplemente has anotado una canasta que a fin de cuentas no te llevará a ningún sitio o a la gloria pero que hace que te sientas feliz, tan radiante como si hubieses anotado la canasta que da un campeonato, y ¿por qué no?, por sentirte con un balón entre tus manos como el mismísimo Michael Jordan o Magic Johnson.

Y si pasamos al plano colectivo es un deporte dinámico que te hace estar constantemente en alerta, en el que tienes que dar el 100% a ambos lados de la cancha, no como otros deportes en el que puedes descansar cuando tu equipo ataca, en el que disfrutas cada segundo del juego como si fuera el último, en el que la palabra rendición no existe hasta el minuto cuarenta, en el que compartes una filosofía de vida con amigos y rivales, en el que lo das por todo por anotar una simple canasta o ayudar míseramente a tu equipo.

Luego está el otro lado de la moneda, el verlo cómodamente en el sofá con esa amiga llamada emoción, que te permite estar en tensión durante los cuarenta minutos del mismo (un minuto en basket da para mucho no como en otros deportes) así que nada está decidido hasta que ambos equipos enfilan el túnel de vestuarios. Por si fuera poco a esa adrenalina que corre por tus venas, llamada nervios o tensión por querer que tu equipo gane, están el ir y venir con jugadas maravillosas como mates espectaculares, alley oops exultantes, asistencias sacadas de las chisteras, quiebros de ciencia ficción… Adrenalina, que por cierto, corre por las venas a mil por hora de todos los que participan de una manera u otra: titulares, suplentes, entrenadores, afición, directivos, prensa… nadie se libra de ella.

Acabaré este artículo diciendo una vez más porque me gusta el baloncesto, porque algunos de mis momentos más felices me los ha dado “solo el basket”, porque algunos de los momentos más tristes también me los ha dado “solo el basket”, porque “solo por el basket” me levanto temprano cada mañana para ponerme al día del mundo baloncestístico… Así que la próxima vez que digamos baloncesto pensemos en él como el amigo que nos ha regalado una forma de vida y de disfrute pasional que no tiene parangón alguno.

Y a ti, ¿por qué te gusta el basket?

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