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Fue un miércoles 20 de abril de 1986, en la cancha más histórica de la NBA (y tristemente desaparecida), el Boston Garden, en un partido de Playoff en el que el jugador que se podría considerar como el mejor de la historia, Michael Jordan, registraba la mayor anotación de la historia en playoffs ante uno de los equipos que podría ser elegido por muchos como el mejor de la historia, los Boston Celtics de 1986, con cinco de sus seis mejores jugadores en el Salón de la Fama.

“Ese partido representó cómo de grande puede ser el deporte y el baloncesto”, dijo Bill Walton, el sexto hombre de los Celtics que promediaba 10 puntos y 15 rebotes en 25 minutos. “Fue una actuación fenomenal, que representa lo que Michael era capaz de hacer frente a equipos como éste”, decía Walton sobre los campeonísimos Celtics, que ganaron 67 partidos y llevaban un récord de 40-1 en casa. “Aquel equipo podía ganar cualquier tipo de partido: uno rápido, uno físico, uno anotador, uno defensivo o uno cerebral. Tenía balance, profundidad y talento, experiencia en el banquillo, grandes líderes, un gran gerente con Red Auerbach, dejando un gran legado con una franquicia en todo lo alto y una leyenda como Larry Bird”.

Fue Bird quien dijo la famosa cita “Dios se disfrazó en Michael Jordan” tras el partido en el que Jordan llevara a los Bulls sobre sus hombros antes de ceder finalmente por 135-131 y dos prórrogas. “Anotaba desde fuera y entrando hasta la canasta. Teníamos a todo el equipo pendiente de él”, recalcaba Bird, “Estaba on-fire obviamente. Mantuvo a su equipo con un canastón tras canastón. No podíamos pararlo. Intentamos dos contra uno, de todo. Pero estábamos hablando de una clase distinta de talento”.

Ha habido muchas grandes actuaciones individuales en la historia de la NBA, grandes partidos con grandes momentos. Está el inigualable partido de los 100 puntos de Wilt Chamberlain, los 81 puntos de Kobe Bryant o también se puede mencionar el caso de Elgin Baylor récord de 61 puntos en partido de play off (y que rompió Jordan) en las finales de 1962 ante los Celtics en unas finales apasionantes que se decidieron en una prórroga en el séptimo partido. Aquellos eran unos grandes Celtics pero en una época en la que había muchos menos rivales contra los que jugar, en una era donde el equipo que anotaba menos lo hacía con una media de más de 110 puntos por partido.

Pero considera jugar tras haberte perdido 64 partidos esa temporada por un pie roto y con un equipo en reconstrucción, no podría discutirse que ninguno salvo Jordan podría hacer frente a los Celtics y hacer la mejor anotación de la historia en playoffs ante lo que muchos consideran la mejor línea alta de un equipo con Bird, Kevin McHale y Robert Parish. Y con Walton de nuevo jugando a un alto nivel y ganando el premio al mejor sexto hombre honores después de años de lesiones interminables.

“Lo que más me impresiona a mí fue que Jordan jugara tan poco esa temporada y llegara a un partido de playoff y anotara 63 puntos; eso es tremendamente remarcable para mí”, dijo el por entonces reserva de los Bulls John Paxson, ahora vicepresidente de operaciones baloncestísticas en los Bulls. “Boston lanzó a cada jugador y todo contra él. Subió al máximo su defensa para pararlo, pero anotaba en cada dos y tres contra uno que le hacían”.


En realidad, se suponía que Jordan no podría jugar esos playoffs. Los Bulls eran conscientes de que Jordan había vuelto tras la lesión y que una recaída en su pie podría dejarlo fuera de las canchas muchos meses y quizás no permitirle recuperar nunca su mejor forma. Pero Jordan insistió en jugar lo que quedaba de su segunda temporada en la NBA después de lo que sería su única lesión grave en los Bulls. Así que el equipo trabajó con mucha precaución, limitándole los minutos en pista y subiéndolos poco a poco, terminando la limitación de minutos al acabar la temporada regular, con los Bulls en unos irregulares 30-52, pero en playoffs. Eran el primer equipo que llegaba a playoffs perdiendo más de 50 partidos desde los Bulls de la temporada 1967-68.

“Había tantísimo drama en la situación”, dijo Dave Corzine, el center titular en aquel equipo, quien ahora trabaja con su alma máter DePaul. “La vuelta de Michael, las lesiones, el show deportivo y periodístico, todas esas cosas. Fue más un circo, y entonces vamos y nos metemos en playoffs ante Boston, que eran mucho mejores que nosotros, pero con Michael haciendo grandes partidos. ¿Que qué recuerdo de ese partido? A McHale anotando ante mí una y otra vez (27 puntos y 15 rebotes). Recuerdo eso”. 

 Así que los Bulls llegan al primer partido contra los poderosos Celtics y Jordan juega 43 minutos, encestando 18 de 36 tiros de campo, con 13 de 15 desde la línea de tiros libres, para 49 puntos en total frente el escolta, nueve veces elegido en el mejor equipo defensivo de la temporada, Dennis Johnson.


“Dennis era un orgulloso jugador defensivo”, recuerda Jerry Sichting, quien saldría desde el banquillo y haría el tiro ganador en la segunda prórroga del segundo encuentro. “Dennis estaba en la ducha tras el primer partido, en el que Jordan anotó 49 puntos. Tenía la hoja de las estadísticas pegada en la pared y no dejaba de mirarla fijamente. Estaba todo enjabonado y nos dijo “La buena noticia es que les hemos ganado, y Michael nunca hará un partido como éste nunca más”. Poco podía imaginarse…” dijo Sichting con una sonrisa, “…lo que estaba por venir en el segundo”.

Lo más notable de la anotación de Jordan fue cómo parecía que lo hacía sin esfuerzo. Se iba de los realmente buenos defensores del perímetro de Boston y de sus interiores del “Hall of Fame” con un asombroso primer paso, buscaba instintivamente huecos para tiros con un pequeño salto, o conducía el balón con aparentemente fáciles finalizaciones en canasta. Realmente, no fue hasta finales de las prórrogas cuando Boston hizo esfuerzos serios para mantener el balón lejos de las manos de Jordan. Hubo otros 61 tiros en los Bulls, 27 hechos por Orlando Woolridge. Jordan jugó 53 de los 58 minutos, pero hubo muchas veces y múltiples jugadas donde Jordan permanecía fuera de ellas sin intervenir. Parecía que podría haber anotado 100 puntos sin haberse esforzado al máximo.


“Fue un partido que alcanzó un estatus especial”, comentó Sam Vincent, un reserva de los Celtics que más tarde compartiría equipo con Jordan en los Bulls. “De esos partidos de los que escuchas hablar a los jugadores de tiempo en tiempo, donde la canasta parecía más grande de lo normal, casi que podías ver sus movimientos antes de que los hiciera, todo funcionaba como Jordan quería. Lo podías ver en sus ojos”. “Le fuimos lanzando un poco de todos durante el partido”, explica Vincent. “Kevin con sus largos brazos, Danny con su tenacidad, o Dennis con su enorme habilidad defensiva y su capacidad para desestabilizar a cualquiera que defendiera. Pero era un desafío especial al que no tienes que enfrentarte muy a menudo”. 

 Los Bulls empezaron con Woolridge, Charles Oakley, Corzine, Kyle Macy y Jordan.  Pusieron a Oakley defendiendo a Robert Parish a pesar de la diferencia de tamaño ya que Parish no era el anotador principal, y Corzine defendió al complicado McHale. Woolridge cogió a Bird. Los Celtics jugaron con Bird defendiendo al menos móvil Corzine, y opusieron el tamaño de McHale frente a la rapidez de Woolridge. Pero a Bird también le gustaba vagar por la zona para robar balones e iniciar contras, por lo que raramente defendía a un anotador principal.

Macy se jugó las primeras bolas, pero Jordan lo hizo la mayoría de las veces en el resto del primer cuarto, utilizando los bloqueos altos hechos por Corzine y penetrando entre los hombre altos de los Celtics. Jordan anotó con relativa facilidad, yéndose de Johnson con rapidez, y mostrando su innata habilidad para la suspensión y más aún para las canastas a aro pasado, ya que los hombres altos de los Celtics impedían los mates. “Hicimos screen-and-roll todo el partido”, indica Corzine.


Los Bulls tomaron una ventaja de 33-25 al acabar el primer cuarto. Sidney Green, ahora un embajador de los Bulls, fue el primer hombre en salir desde el banco, con Gene Banks y Paxson también jugando muchos minutos significativos saliendo del banquillo. Mike Smrek y George Gervin jugaron brevemente y no anotaron.

Ainge asumió el relevo en defensa de Dennis Johnson al acabar el primer cuarto y buena parte del segundo, y Jordan tuvo un tranquilo segundo cuarto, llegando al descanso con 23 puntos con los Bulls venciendo por 58-51. Ainge había bromeado tras el primer partido que la forma de parar a Jordan era “hacerle faltas y esperar a que alguien más saliera y pudiera hacer el trabajo”. En la época de las películas de Harry el sucio, Sichting dijo que él habría llamado a Clint Eastwood.


El entrenador de los Bulls, Stan Albeck, decidió empezar la segunda parte con los pequeños Oakley, Woolridge y Banks frente al “big three” de Boston, un movimiento que no funcionó en tanto que Woolridge forzó numerosos malos tiros, acabando con 9 de 27 en tiros de campo, mientras que el resto de los jugadores del quinteto de los Bulls alcanzaron al menos el 50% de acierto. Los Bulls habían llegado a los 11 puntos de ventaja en la primera parte, pero ahora Johnson defendía cara a cara a Jordan, pegándose a él sin ni siquiera preocuparse dónde estaba el balón cuando Jordan no lo tenía. Los pívots de los Celtics seguían muy pendientes de las penetraciones de Jordan, pero pese a ello los Bulls mantuvieron una ventaja de 91-88 al finalizar el tercer cuarto. Jordan iba a entrar en el último cuarto con 36 puntos anotados.


“Recuerdo que en la piña de jugadores hablábamos de llevarlo hacia un lado para hacer ayudas”, comenta Vincent. “Larry corría hacia el lugar donde le hacían bloqueos para ayudar, pero Jordan conseguía superarnos continuamente y lanzar a canasta”. Los Celtics consiguieron finalmente darle la vuelta al marcador con un triple de Bird quedando once minutos para el final. Larry Bird llegaría a final con 36 puntos, 12 rebotes y ocho asistencias. “Al principio de su carrera, siempre pensé que Michael buscaba anotar en cada jugada”, comenta Bird. “No tenía talento a su alrededor, así que tenía que ser el anotador”. 

Los Bulls estaban metidos en problemas cuando quedando siete minutos, a Paxson le taponaron un tiro y los Celtics, siempre pendientes para hacer rápidos contraataques, se fueron adelante para una canasta fácil de Ainge y un 104-100 arriba. Los contraataques de los Celtics eran realmente bonitos y bellos.

Pero Jordan estaba entonces muy entonado y cuidando de su equipo, yendo contra las ayudas de los Celtics, y echando a Walton por personales mediado el último cuarto, en otra ayuda defensiva. “Nos enredó completamente”, se ríe Walton. “Era una época diferente a la actual. Era realmente antes de que la publicidad y la promoción hayan asumido el control. Michael no necesitó ninguna de esas cosas. La cobertura de los medios no era lo que es ahora. Hoy en día, haces una canasta y hacen una serie de televisión sobre ti”.


Los hombres altos de los Celtics seguían saliendo al pick and roll, y al final Jordan se quedó frente a McHale sólo. Dio un rápido paso adelante para superar a McHale y para dar un gran salto y matazo, uno de los pocos mates que pudo dar en el partido y ponerse a un punto faltando tres minutos. Esa jugada vino tras un tapón de Jordan a Parish. Un tiro en suspensión a falta de dos minutos dio a Jordan su punto número 50 y los Bulls uno arriba.

Boston volvió a ponerse por delante 116-114 a falta de 27 segundos. Con la bola en poder de los Celtics, Bird lanzó un tiro desde la derecha, que erró. Parish cogió el rebote, pero Jordan le dio un manotazo al balón, que salió despedido y los Bulls recuperaron la bola a falta de seis segundos. Paxson se la pasó a Jordan, quien condujo el balón hasta la pista de los Celtics y lanzó un tiro de tres, pese a que no había lanzado ninguno durante el partido, y lo falló. Pero se pitó falta personal de McHale al intentar taponar el tiro de tres. McHale se quejó amargamente a los árbitros de que fue Jordan el que metió su brazo entre los suyos antes de chocar.

Pero en aquel entonces sólo se daban dos tiros libres aunque se hiciera una falta durante un tiro de tres puntos. No cambió hasta la temporada 1995-96, cuando la NBA durante tres temporadas acortara la línea de tres puntos. Así que Jordan dispuso de dos tiros libres. Los convirtió y el partido terminó el tiempo reglamentario con empate a 116.



Los Bulls tomaron una ventaja de cuatro puntos al inicio de la primera prórroga, pero los Celtics se recuperaron y Jordan tuvo la oportunidad de un tiro ganador, con una suspensión y tiro con la zurda, que erró. Empezando la segunda prórroga con empate a 125, los Celtics comenzaron atrapando a Jordan en defensa, que falló sus 4 primeros tiros de la segunda prórroga, habiendo terminado la primera con 59 puntos.

Sin embargo Jordan volvió para a falta de un minuto hacer una suspensión sobre Ainge igualar el récord de Baylor de 61 puntos, y a continuación una pérdida de McHale dio lugar a una canasta de Jordan desde el tiro libre superando la ayuda de Parish para su punto 63 y empatar a 131. Entonces McHale asistió a Sichting, ahora ayudante en los Golden State, para una suspensión y la canasta para ponerse por delante. Jordan erró su tiro en el siguiente ataque y Bird pudo asistir a Parish en un pick and roll que dio cuatro puntos de ventaja a los Celtics. Woolridge fallaría un triple final a la desesperada. Este margen final de cuatro puntos fue la mayor ventaja de los Celtics durante todo el partido.

Los equipos volvieron a Chicago para jugar el tercer partido, pero Jordan estaba agotado tras lo hecho en Boston, que ganó fácilmente el tercero, barriendo por 122-104. Jordan hizo 19 puntos, 10 rebotes y 9 asistencias.

Fue una semana corta, pero con un partido inolvidable que sin duda puso a Jordan en el camino de su notable y fantástica carrera. “Siempre pensé que ese partido fue su particular ‘salida del armario’ ”, dice Sichting. “Lo hizo frente al mejor equipo de la liga y en la televisión nacional. De repente, todo el país lo conoció”.


Este maravilloso artículo fue escrito por Sam Smith, en nba.com – 20 abril de 2011

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